La puerta de no retorno, una película de Santiago A. Zannou

2011/11/27

Este fin de semana (2011.11.27) se ha estrenado en Madrid esta película. Probablemente no durará mucho en cartel. No parece una obra maestra pero merece verse absolutamente, en definitiva es una peli intensa e interesante por muchos motivos.  En fin, el docudrama familiar siempre es controvertido: recordemos en otro contexto El desencanto, un documento excepcional y al mismo tiempo tan pornográfico…

Desde un punto de vista de aficionado no experto, esta Puerta tiene un buen montaje y una buena ambientación musical. La cámara al hombro le proporciona una atmósfera entre estética videoclip, peli de carretera y peli Dogma que resulta muy efectiva. Desde luego la sensación de llegada e inmersión, en este caso en el África negra -transmutada para el protagonista después de tantos años pasados- requería travellings, por muy visto que esté este recurso. A nosotros nos han gustado especialmente los aéreos: irreales desde la perspectiva del argumento lineal pero eficaces en el énfasis del protagonismo de la propia madre tierra.

Uno de los atractivos iniciales de la peli para el público hispanohablante es que se desarrolla en su mayor parte en la República de Benín, pequeño país del África francófona  de cuyo desconocimiento uno se sorprende  e irrita al enterarse de que ciudadanos suyos sobreviven en las calles de las ciudades españolas. Primera baza pues: un paso contra la opacidad y la marginación cultural. Por cierto que en la película no hay mención al cambio de nombre del país, que antaño se llamó Dahomey dentro del lapso temporal al que se refiere el argumento. En cambio el título y la imagen del cartel están tomados de un monumento situado allá: la Porte de Non Retour es un memorial consagrado a los esclavos que durante siglos fueron deportados desde aquellas costas, en su mayoría hacia las Américas. La carga simbólica es obvia, pues ambos cabos de la Historia – las tribulaciones de los antiguos esclavos por un lado y el desarraigo y la búsqueda de la reconciliación con su línea de vida por parte del emigrante- quedan abarcados por un mismo ciclo histórico: el descenso del África negra a los infiernos durante muchos, pero que muchos, ya demasiados siglos.

Por supuesto que La Puerta es también una peli interesante para la problemática de la adopción mundo desarrollado-África. ¡Cómo no imaginar su gran valor para las familias vinculadas con Benín! Pero también puede dar lugar a equívocos para estos «de Benín» y para cualesquiera otros en situación similar. En primer lugar porque, aún tratándose de un retorno a los orígenes, los adoptados no se debieran sentir tan interpelados como los propios adoptantes que son los que en realidad contrajeron voluntariamente esa vinculación. Y en segundo lugar -pero no menos importante- porque toda la historia está totalmente impregnada de deuda y de culpa. Estos conceptos deben quedar fuera de la relación parentofilial. Y en cualquier caso si estas realidades aparecen deben ser definidas y controladas. La gran lección de La puerta es la búsqueda de la coherencia emocional de la propia vida, a toda costa y contra todo pronóstico. Esto en cambio habría que tomarlo a pies juntillas. Encontrar la fórmula adecuada en cada caso es lo díficil.

Bueno, id a ver la peli, que merece la pena y la van a quitar…