La reina de Saba, según el texto y la traducción de J.-C. Mardrus

2014/04/07

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Ella preguntó: «¿es cosa preciosa el poseer este bien?»

Ella dijo: «Es la única cosa en el mundo que sea algo.»

Ella preguntó: «¿Se lo puede sustituir por otra cosa?»

Ella dijo: «Si el Dios creador da, en lugar del amor, todo lo que posee, no da nada.»

Ella preguntó: «¿Pero el poder, la ambición, la gloria..?»

Ella respondió: «Sentimientos esclavos. Quien está dominado por ellos es el esclavo de los esclavos.»

(p. 38)

La «abisinia» Makeda (o árabe Balkis) es uno de los personajes emblemáticos de la historia y las leyendas de los países en torno al Mar Rojo. Dado que el planeta humano ha sido modelado en gran medida a partir de la tradición judeomonoteísta y que la Reina ocupa un lugar preferente en las antiguas escrituras de dicha tradición, Balkis/Makeda constituye un motivo de orgullo para esos países, en  particular para Etiopía a la que confiere protagonismo en la Historia mundial. La recopilación y adaptación de la versión árabe de dicha leyenda es presentado en este volumen por Joseph Charles Mardrus, erudito francoegipcio a caballo entre los siglos XIX y XX. Se trata de un relato fascinante que encandila al lector con su fantasía pero también le conecta con un mundo histórico antiguo bien real, con sus viajes, hábitos y cultos sorprendentes. Salomón viaja a Saba por aire, lo que hará las delicias de los marcianólogos, pero también sentimos el peso del comercio y de la geopolítica contantes y sonantes. La introducción al texto por Mardrus adquiere hoy día un nuevo atractivo a la luz de las corrientes historiográficas que en los últimos decenios han criticado el eurocentrismo y han reivindicado el papel del Oriente antiguo en el posterior desarrollo occidental: pensamos en André Gunder Frank, John M. Hobson o Edward Said. Mardrus efectivamente remarca el poso oriental de la floración cultural helenística. Pero, aunque cairota de nacimiento, su Reina es más Balkis que Makeda (o Magueda según su propia transliteración). Es más árabe (hoy día sería yemení tal vez) que abisinia. Porque cuando él se refiere a «Oriente» se refiere expresamente a Arabia o en términos más generales a Asia considerada como la fuente de la cultura por antonomasia. En este sentido, e independientemente de la realidad posible de la Reina a un lado o a otro del mar Rojo, o de la meritoria edición literaria que llevó a cabo, Mardrus se muestra a su vez arabocéntrico y vuelve a reflejar en cierto modo la reiterada alienación de la cultura egipcia moderna respecto a lo africano.

Este libro fue preciosamente publicado por la editorial José J. de Olañeta, ISBN  9788497163125. No se lo pierdan.


El testamento del chacal: viaje por Yibuti, de Ander Izagirre

2013/07/29

Imagen«La historia colonial comenzó en el siglo XIX, cuando las potencias europeas alargaron sus tentáculos hacia el interior de África. En el sur del mar Rojo, los ingleses, los franceses y los italianos tanteaban nuevas vías para entrar al corazón del continente. El 4 de junio de 1839, Rochet d’Héricourt, emisario del rey francés Luis Felipe, llegó a Tadjoura. Aquella aldea costera de trescientas chozas sólo era una etapa para Héricourt, quien prosiguió viaje hacia el altiplano abisinio para visitar al Sahlé Selassié, rey de Choa.» (págs. 41-42)

Barcelona : Laertes, 2003.

Todavía me parece mentira haber podido topar con un libro tan interesante como este en los saldos de una gran superficie, por un precio más que irrisorio. Será aquello del «mercado», la obsolescencia planificada, el coste mayor del almacenaje frente al del casi regalo. Seguro que Ander querrá vender también otros libros posteriores suyos, pero no creo que vaya por ahí el asunto en este caso.

El testamento del chacal salió a la calle hace diez años, la experiencia relatada es de 2001 (¡menudo añito!), pero el interés y el contenido no han decaído. Mucha información, poco o ningún gazapo (alguna transliteración mejorable), y una redacción sencilla que cautiva y envuelve. Ya quisiera algún que otro figurón de los viajes…  En fin, una lectura estupenda para acercarse a este pequeño país, llave del Cuerno de África, aún hoy.


Hugo Pratt: El deseo de ser inútil

2013/04/18

El deseo de ser inútil (cub.)Mire usted, en cada tipo de cultura se encuentran cosas apasionantes, y también cosas sin ningún interés. Lo que hay que hacer es apropiarse de lo que nos parezca más pertinente en cada universo cultural, sin dejarse encerrar en uno sólo. Hay que ir siempre a lo fundamental. El resto son meras repeticiones, y por lo tanto una pérdida de tiempo. Nunca ha sido un problema para mí el que en mi cabeza coexistan diferentes culturas. Los rigurosos estudios de Parkman sobre la historia de América del Norte no me privan de leer las novelas de aventuras de Kenneth Roberts, y viceversa. Y mis cientos de libros sobre este tema no me han hecho olvidar a Petrarca. Sólo puedo concebir una vida intelectual así, en plena libertad. (p. 207)

En fin, seguimos hablando de libros de manera crítica, que es bien provechoso: leer por leer puede ser una tontería, como sugiere la cita. En esta ocasión y gracias a la editorial almeriense Confluencias, podemos acceder a este estupendo volumen-entrevista con Hugo Pratt. Desde luego el personaje y el libro -soberbiamente estructurado y gobernado por Dominique Petitfaux-  tienen todas las papeletas para apasionar a quien esto escribe: Pratt reunió en su vida y personalidad un catálogo de ingredientes y factores sociológicos, geográficos, efluvios de malditismo e incorreccción política, para que así sea. Hablando en plata, si de nosotros dependiera, de este libro debería dar cuenta cabal todo estudiante de Historia contemporánea antes de obtener su título.

En otras ocasiones ya se comentaron aquí trabajos de Hugo Pratt: Las Etiópicas y Los Escorpiones del Desierto. El deseo de ser inútil reproduce de manera impecable muchas viñetas y bocetos del autor. Pero ni mucho menos se trata de una análisis o estudio sobre su obra propiamente dicha, sino más bien un repaso pausado sobre su vida. Se lee con avidez, sobre todo a medida que se van atando cabos, y al final el lector queda admirado por la vasta cultura y amplia experiencia vital de un tipo al que desde luego jamás se le podrá reprochar haber perdido el tiempo. La vinculación temprana con el Cuerno de África y en particular con Etiopía, que mantuvo siempre, es un acicate para que toda persona que se interese por esta parte del mundo lea el libro. Además, este vínculo tuvo sus consecuencias prácticas: algunas de sus creaciones se ambientaron allí, y la naturaleza y la cultura de la región obtuvieron por ello una mayor difusión en el resto del mundo.

Le désir d'être inutile (couv.)La edición por Confluencias es la primera en lengua castellana y es traducción del título original Le désir d’être inutile, publicada originalmente por Robert Laffont. Arriba hemos elogiado el trabajo editorial en su parte gráfica; el acabado de la traducción, siendo bueno, tiene algunas erratas: la ciudad valona de Tournai no se escribe «Tournay»; tampoco existe «Djibuti», que es Yibuti en español o Djibouti en francés. En cualquier caso, que estas pequeñas observaciones no impidan disfrutar de una lectura imprescindible.


El billete de ida de José Cendón

2011/07/11

José CENDÓN: Billete de ida : el secuestro de un reportero español en tierra de piratas.

Temas de Hoy, 2009. ISBN 9788484608189

Desgraciadamente estos días Somalia vuelve a «ser noticia» a causa de la incidencia de la sequía y la consiguiente crisis humanitaria. Para intentar equilibrar en algo la influencia del tipo de discurso informativo predominante que nos rodea, la ocasión propicia volver sobre Billete de ida, el libro que parte de la narración del autor sobre su propio secuestro en «tierra de piratas» pero que ofrece muchísimo más.

Los acontecimientos presentados y su mismo proceso de escritura se produjeron en una fase álgida de la industria de la piratería y del secuestro (2008-2009), que se beneficiaron de la coyuntura geopolítica del momento y de las múltiples torpezas, incongruencias y canalladas de gobiernos y de empresas de los países desarrollados en relación con el Cuerno de África. Un aspecto muy ilustrativo del libro es la manera en que muestra la imbricación de la tecnología de la información (correo electrónico y comunicación móvil) en sucesos que por otros aspectos podrían parecer de un primitivismo tremendo. Asímismo su reverso correspondiente: la propia incapacidad de la sociedad «moderna» , teóricamente armada con tan portentosos instrumentos de información, localización y comunicación, para atajar la trágica situación planteada. Ecuación que se resuelve en un presente futurista pero apocalíptico. Resulta pues lógica la evocación cinematográfica que hace José en unas circunstancias que harían palidecer al mismísimo Mad Max.

Otro tema a destacar es la impermeabilidad de determinadas sociedades en conflicto y postración, en este caso la somalí, y la consiguiente y obligada necesidad para los visitantes, incluso si son duros, experimentados y avezados, de depender de esa especie de apañadores-chicos para todo denominados en inglés fixers: un gremio de gestores sobre la marcha, de pelaje variado y susceptibles de sucumbir al delito por penuria, codicia, riesgo, amenaza o un cóctel de todo ello en proporciones variables.

Billete de ida es efectivamente un libro muy bien escrito que, más allá de una peripecia concreta, muestra otra cara del ya famoso periodista gráfico.  Justo el material idóneo para contextualizar sus impresionantes trabajos fotográficos anteriores y posteriores al suceso. No obstante adolece de algunos tics característicos del actual lenguaje de andar por casa en los medios de comunicación: algún anglicismo innecesario; también floripondios recurrentes del tipo de «el idioma sajón», «el ministro galo», etc. que tantas veces se encuentran en columnas y teletextos, en detrimento del ya de por sí precario nivel de conocimientos históricos del público común.

Para terminar, una buena conclusión sobre Billete de ida sería la refutación de aquella coletilla que reza que en el mundo actual «la vida no vale nada». Ya lo creo que vale, aunque desgraciadamente no en el mejor sentido de las palabras. A más violencia, más opresión y más miseria, más que puede valer. Que se lo digan si no a secuestrados y secuestradores…

Si de verdad os interesa algo más que tópicos sobre el Cuerno, leed este interesante volumen de subtítulo variable (cosas de la mercadotecnia editorial),  y seguid a José, buena gente que como ninguno: donde pone el ojo pone el objetivo.


Política en España y a orillas del Nilo

2010/06/25

Hace unas escasas semanas tuvieron lugar en Etiopía unas elecciones generales que se saldaron con una aplastante e inverosímil victoria del partido gobernante liderado por el primer ministro Meles Zenawi. Estamos hablando de un Estado con más población que España y cuyos ríos, a pesar de su aparente lejanía, terminan vertiendo al mismo Mediterráneo que el Ebro, el Turia o el Guadalhorce. El proceso electoral no ha venido acompañado, como en ocasiones anteriores, de tantos disturbios públicos ni, al menos aparentemente y de puertas para afuera, tanto derramamiento de sangre. El pasado etíope parece o nos lo han pintado tan atroz (guerras, hambre, despotismos brutales…) que se diría que ahora a cambio de cierta estabilidad todo vale. Además son cristianos ¿no?, un poco más claritos que los otros, y están en contra de esos dichosos somalíes que son todos más oscuros, piratas y musulmanes. También el vecino dictador sudanés arrasó poco antes en un proceso electoral de similar unanimidad. Por cierto, los regímenes de Sudán y Etiopía tienen una especie de tácita buena vecindad: tú me dejas a mí mis asuntillos de Darfur y yo no miro lo que haces en tu desierto somalí. Pero el sudanés tuvo el privilegio de chupar mucha más cámara en los telediarios españoles: todo por ser moro y no gustarle la ropa ajustada en público.  Es enteramente probable que en términos generales se viva de media con menos agobios morales y tal vez  materiales en Addis que en Jartum pero obviamente eso no lo justifica todo. Hasta el periódico británico The Times, atlantista a más no poder, ha señalado las flagrantes limitaciones del actual proceso político etíope. Pero lógicamente lo más recomendable sería darse una vuelta por los informes de Amnesty International (http://www.amnesty.org/en/region/ethiopia).

Salvo cuando está en entredicho la lata de atún y se puede sacar algún rédito en política doméstica, la ignorancia y el desinterés son la norma mayoritaria en los medios y el público español en todo lo referente al África oriental. Se diría que aún vivimos con una mentalidad del Tratado de Tordesillas en vísperas de un futuro en el que el Indico podría transformarse en el centro del mundo. En cualquier caso y entretanto, Meles Zenawi lleva camino de cumplir veinte años en el poder, un período tan dilatado que por comparación el régimen anterior, el «Derg», parece en perspectiva un mero interregno crepuscular. Manteniendo el tabú sobre Haile Selassie, hay ya quien pinta a Meles como un nuevo Menelik. De cualquier modo, estos años pasarán a la Historia como cruciales en muchos aspectos: la federalización del país, la búsqueda de un cierto equilibrio en el tema de la multiconfesionalidad, la evolución de la cuestión eritrea, el paso del milenio, la inestabilidad en el Cuerno y sus implicaciones con la geopolítica mundial …y también asuntos como la llegada definitiva a la madurez para todos los integrantes del colectivo etiocubano y su entrada en liza en la sociedad etíope, así como sucesivamente la explosión de la adopción internacional y el inicio de su cuestionamiento en el interior. ¿Tendremos que esperar que alguien escriba otro «Rastros de sándalo» dentro de otros veinte años para ser conscientes de todo lo que  nos está sucediendo aquí y ahora durante  este ya dilatado período de gobierno etíope? ¿Cuál será la memoria futura de los etioespañoles?

Aquí, mucho hablar de identidad de los adoptados y mucho desvelo por su futuro de adolescentes y de adultos. Pero de la realidad etíope que apenas se vislumbra en un breve viaje de adopción, seamos claros y sinceros: si te he visto no me acuerdo. Salvando algo las distancias, esto me recuerda a la situación del turismo contracultural extranjero en las postrimerías del franquismo, cuando en determinados enclaves (Ibiza, la Costa Brava, etc.) se propiciaban burbujas de tolerancia donde algunas personas y grupos vivían sus experiencias extravagantes mientras el aparato de régimen reprimía sin contemplaciones a los humildes naturales de su propio país.

Que los niños no pierdan en la medida de lo posible el contacto con su «cultura» para que se sientan medianamente orgullosos, todo ese interés más o menos snob de los adoptantes por el país de sus hijos, la injera del finde, etc., bueno, todo eso está muy bien y este mismo medio es una buena prueba de ello. Pero lo más previsible, hablando de personas normales que crecen y se educan en una mínima sensibilidad y sociabilidad, es que los chavales se preguntarán mayormente y de manera mucho más apremiante por la enorme brecha socioeconómica que propició su trasterramiento y que les llevó, en buena parte de los casos, a separarse de su familia de allá.

Al mismo tiempo que todo lo anterior sucede (o no sucede…) los hilos de la sociología y de la ideología se siguen moviendo bajo el envoltorio políticamente correcto del mundo de la adopción. Qué duda cabe que hacer abstracción del lugar de origen, de su devenir histórico (antes, durante y después de hacerse efectiva la adopción) trabaja en favor de la ideología del «corte limpio», que se inserta a su vez en cierta tradición adoptiva de las sociedades ibéricas. Hasta cierto punto viene a ocupar, en un contexto en el que el color de la piel o los rasgos faciales lo impiden, el lugar del antiguo tabú consistente en ocultar al adoptado su origen biológico. Así, un niño de origen haitiano puede sobrevolar su antigua chabola camino de unas doradas vacaciones con sus papás en Cancún, u otro de origen etíope idem camino de Bali, sin que le esté permitido pararse -real o siquiera virtualmente- a mitad de camino. Esto está considerado como anatema general, como aquel del chiste de que paren el mundo que me quiero bajar; cuando en realidad solamente vamos a conocer el mundo real si nos paramos al margen de la frágil burbuja del desarrollismo consumista. Adopción internacional, adopción «cómoda» en algún sentido …pero ¿sostenible?  Opción conservadora a todas luces, que permitiría proseguir las actividades adoptivas a ciertos tipos de públicos para quienes los cuestionamientos sociopolíticos de fondo constituyen un notable engorro. Modelo: un estrellato de figurones y tertulianos procedentes del periodismo, la cátedra o la política a quienes la adopción les ha otorgado una pátina mediática de «lado humano», que llevan años siendo jaleados por revistas de papel satinado y en colorines -como los propios niños-, y que no tienen remilgos en justificar o  defender farisaicamente a entrevista o renglón seguidos políticas globales insolidarias, agresiones bélicas ilegítimas y toda clase de mentiras y atrocidades con incalculable costo humano, particularmente infantil.

Enfrente emerge a retazos una especie de «izquierda» adoptiva. Profesionales relacionadas que no encajan en el todo o en la parte con el rol de psicotecnócratas que el actual modelo les tiene reservado. Gente procedente de la antropología, la psicología, etc., donde se detecta la huella de los estudios de género, muy desarrollados en el mundo de habla inglesa donde la adopción abierta tiene amplia carta de naturaleza y no sufre de entrada el rechazo instantáneo. Tampoco es casual que estos estudios de género entren a saco en la adopción internacional, teniendo en cuenta que la situación de las mujeres es el auténtico nudo gordiano del subdesarrollo de esos países pobres de donde proceden gran parte de los adoptados. Una «izquierda» variada y a ratos un tanto papanatas, pero izquierda al fin y al cabo. Además cuenta ya también con un morrocotudo «sujeto revolucionario»: los adoptados que dejan atrás su infancia, cada vez más numerosos y ruidosos.

No pretendo aquí hacer simplificaciones burdas. Reconozco que muchos de los arquetipos hasta aquí expuestos tienen algo de caricatura. Pero de algún modo hemos de entendernos a partir de unos esquemas que funcionen como marcadores para una hipótesis de trabajo. No hay derecha ni izquierda puras, ni tan siquiera son deseables . Tampoco podemos intoxicar al personal confundiendo la búsqueda de los orígenes durante la infancia del adoptado con la que éste pueda llevar a cabo en su vida ya adulta. Pero en serio: ¿podemos educar correctamente a nuestros hijos repondiendo «Melesqué..???»  o «¿pero en Etiopía no había una democracia?» Y en otro orden de cosas ¿es normal y proporcional que se tenga más vinculación con el ámbito de origen de un niño saharaui al que traemos a pasar las vacaciones que con el de nuestros propios hijos?

Todo esto nos lleva forzosamente a hacernos preguntas sociopolíticas. Preguntas incómodas que, más allá de complicarnos nuestro propio proceso familiar, nos cuestionan nuestra entera forma de vida, las herramientas culturales y morales que les vamos a entregar a nuestros hijos y el horizonte existencial que vamos a abrir ante ellos. En cualquier caso es absolutamente inmoral hacer abstracción del despotismo, de las desigualdades e injusticias flagrantes en Etiopía, en la China o en las chimbambas, tan sólo porque esos regímenes permiten que los procesos de adopción prosigan su curso administrativo con placidez. ¿Es todo esto sostenible desde el punto de vista emocional? ¿No será justamente al revés que como nos cuentan y no será imprescindible un mínimo nivel de compromiso con nuestro mundo para poder adoptar con solvencia? ¿No volvemos a confundir caridad piadosa con justicia exigible? ¿Será posible ser en el futuro un etioespañol o una sinoespañola sin heridas y sin haberse convertido en egoísta? ¿Deseamos esto? Tiene que haber alguna forma de poder vivir hasta los 18 años sin conformarte con que te digan que puedes ir a cualquier parte del mundo a estudiar, de vacaciones, etc. menos a tu propia aldea. El menor adoptado no está en condiciones de decidir o gestionar esto pero sí sus mayores tienen la responsabilidad de responder a estos retos y en cualquier caso de no confinarlo en una vana jaula de oro.

Como paradigma del cinismo, se cuenta la anécdota de Franco recomendando a uno de sus allegados «Usted haga como yo y no se meta en política». ¿Es esta la dignidad deseable para un ser humano?


José Cendón – Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2010

2010/04/29

Aunque con un poco de retraso, enviamos muchísimas felicidades a José por este merecido premio y muchísimas gracias por su valiente labor de difusión de la realidad del Cuerno de África.


Exposición de fotografías de Castro Prieto sobre Etiopía en el Teatro Fernán Gómez (Madrid)

2009/04/16

Por muchas fotos de Etiopía que hayamos visto, no dejará de impresionarnos esta estupenda exposición del fotógrafo Juan Manuel Castro Prieto. Las fotografías son de una calidad soberbia y el trabajo viajero que uno imagina detrás de todo esto es tremendo. Poco Addis, escasas tomas de los centros turísticos clásicos y sin embargo mucho, muchísimo andurrial de acceso trabajoso e incómodo. Mirada serena y respetuosa con los seres humanos, que son el motivo predominante de la muestra. Aún así, el impacto es inevitable: primitivismo indefenso y frágil ante la modernidad arrasadora, niños alborozados enarbolando un retrato de Osama Bin Laden, prostitución sórdida, riesgos y precariedad extrema…

Se echa de menos, eso sí, una mínima introducción geográfica y cultural -tal vez acompañada de un mapa con las zonas visitadas por el autor- para que el visitante se sitúe en el contexto.

En cuanto al texto del tríptico gratuito sobre la exposición, firmado por Alejandro Castellote, contiene una simplificación abusiva sobre la realidad actual del país: [Etiopía] «en la actualidad es una democracia que lidia con las periódicas incursiones de las guerrillas, las hambrunas provocadas por las sequías y las secuelas de la guerra con Eritrea».

No dudo de los avances del actual régimen etíope sobre los anteriores. Ganado nos llevan el no haber vuelto a la monarquía, desde luego. Pero basta consultar a Amnistía Internacional o simplemente la BBC para tomar contacto con las innumerables denuncias sobre falta de respeto a los derechos de las personas, dudosos procesos electorales, violencia de las fuerzas militares sobre poblaciones civiles indefensas, etc. En la actualidad son numerosísimos los detenidos políticos, incluyendo el encarcelamiento de prominentes figuras de la oposición al gobierno. La expresión «periódicas incursiones de las guerrillas» hace pensar en conatos de invasión exterior, cuando lo cierto es que los movimientos insurgentes más destacados son internos a las actuales fronteras de la República: los de Oromia y del Ogadén somalí-etíope, que se resisten a un Estado que se reclama federal en su Constitución pero sigue siendo básicamente abisiniocéntrico. Es cierto que las «hambrunas» se deben a menudo a las sequías pero nada se dice de las enormes y crecientes desigualdades sociales. En cuanto a las «secuelas de la guerra con Eritrea», ciertamente tardarán en cicatrizar -si es que el conflicto no se volviera a encender-. Pero mucho más recientes están las de la implicación en el conflicto de Somalia, al que el gobierno de Meles Zenawi fue empujado por la anterior administración norteamericana en su «guerra contra el terror»: muertes de soldados etíopes, sufrimiento de la población somalí dentro de Etiopía, desvío de recursos hacia el gasto militar.

De lo que podemos estar seguros es de que la breve referencia del Sr. Castellote a la situación actual de Etiopía no chocará con lo que propugna el partido que gobierna el Ayuntamiento que ha programado la exposición. C’est la vie! Pero que a nadie se le ocurra dejar de ir a admirarla por este pequeño detalle «divulgativo»: sería peor y estaríamos ahondando aún más la brecha…


Cuentos y leyendas del Cuerno de África, de Yves Pinguilly

2009/02/27

Cuentos y leyendas - Pinguilly

Voy a comentar la edición española de esta obra (Contes et légendes de la Corne de l’Afrique), llevada a cabo por Anaya (ISBN 84-667-2562-8), a partir de un ejemplar con D. L. NA 1098-2002.
Se trata de un libro de relatos tradicionales breves pero relativamente denso. A mi entender la obra no acaba de encontrar el tono adecuado entre la literatura juvenil y la recopilación semierudita de tradiciones de un entorno cultural tan complejo como el del Cuerno. Esto se nota especialmente en las abundantes citas a pié de página, que oscilan entre explicarle al lector el significado de la perfidia o qué es una ave zancuda, por ejemplo, hasta detalladas localizaciones geográficas. La traducción no es como para tirar cohetes, por decirlo de forma suave, y los errores conceptuales y/o ortográficos abundan, como cuando se confunde Tigray con «Tigris» (sic, p. 14) o -cosa desgraciadamente más frecuente dentro y fuera de este libro- Abisinia por toda Etiopía.
Para colmo, el aspecto gráfico del libro contribuye aún más a la confusión. La cubierta e ilustraciones interiores de Tino Gatagán son muy bonitas, pero se inspiran insistentemente en una estética «tuareg» sahariana que no casa para nada con la realidad del Cuerno.
Menos mal que el libro incluye al final un interesante glosario y un apéndice con bibliografía muy aprovechable. Atención aquí a quienes se interesen por la cultura oromo, pues hay una ficha sintética muy útil.
En resumidas cuentas, un libro no perfecto pero sí apreciable que ha sido víctima de la precipitación y el desatino editoriales.